Dior Crucero 2026 Resort en Villa Albani Torlonia, Roma. Historia de RUNWAY REVISTA. Foto/vídeo cortesía: © Dior /Fondazione Torlonia / Laura Sciacovelli.
En los históricos jardines de Villa Albani Torlonia, donde dioses de mármol se pasean en rincones descuidados y cardenales antaño dominaban la poesía, Maria Grazia Chiuri presentó su colección Dior Crucero 2026. Si este desfile es cierto, Roma no es una ciudad, sino un estado de ánimo; no es una capital, sino un flashback cinematográfico que repite en bucle películas de Fellini y susurros aristocráticos en pasillos de terciopelo.
Chiuri no diseñó una colección, sino que conjuró una sesión espiritista. En su centro: Mimí Pecci-Blunt, una socialité del siglo XX que vivió a caballo entre Roma, París y Nueva York, cuyos legendarios bailes de disfraces ahora le sirven de musa. “Baile de la imaginación”—donde fantasmas, recuerdos y referencias de moda se arremolinan en una hermosa confusión, o como diría Chiuri, bella confusión (un guiño al título alternativo que Ennio Flaiano sugirió para 8½).



Fracs, casullas y ensueños de terciopelo
Las siluetas eran inconfundiblemente Chiuri: cargadas de metáforas y con una sutil militancia. Chalecos masculinos con solapas pronunciadas se ceñían a faldas amplias y amplias. Los fracs flotaban sobre vestidos de encaje vaporoso y bajorrelieves, cada pieza una fusión de historia del vestuario y poética contemporánea. Las chaquetas militares, con ribetes y botones negros, desempeñaban el papel de guardianas en esta fantasmagoría aristocrática.
En un mar de blancos, confeccionados en sedas, tules y algodones tan densos que podrían contener un secreto romano, Chiuri intercaló minivestidos de terciopelo rojo sangre y negro, un homenaje manifiesto a las hermanas Fontana, que una vez vistieron a Anita Ekberg con curvas inmortales para La Dolce VitaUn vestido de terciopelo dorado, escultural y severo, parecía más tallado que cosido: una reliquia de un sueño febril barroco.



Una mascarada del tiempo
Y, sin embargo, no se trataba de una fantasía retro. Chiuri es una modernista de corazón, que prioriza la claridad sobre el caos, el simbolismo sobre el espectáculo. Su colección Crucero 2026 no es un refugio nostálgico, sino una reconstrucción de la propia Roma, filtrada por la memoria teatral y la curiosidad intelectual.
Roma se convierte en la trama, la metáfora, la puesta en escena. Los personajes —algunos vivos, otros imaginarios— se visten con ecos de túnicas eclesiásticas, trajes de ópera y guardarropas de imperios caídos. El espectáculo fue un baile alegre, como insiste el comunicado de prensa: una danza en cadena de piezas, donde cada conjunto lidera y sigue, un conjunto de estrellas solitarias unidas en órbita.


Alta Costura en formato prêt-à-porter
La línea Crucero 2026 de Dior juega con ambos lados. Es Alta costura en temperamento, pero basado en la lógica de de perchaComo siempre con Chiuri, el intelecto precede a la indulgencia. La opulencia está estructurada, la fantasía, a medida. Esto no es una moda para el escapismo; es una moda para recordar, para descifrar, para resistir la tentación de explicar Roma en términos lineales.
Al final, lo que Chiuri ofreció no fue sólo una colección, fue una filosofía: que la moda es el fantasma más articulado de la sala, probándose siempre los trajes del pasado para dar sentido al presente.
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