Carolina Herrera Otoño 2025-2026

Carolina Herrera Otoño Invierno 2025-2026 “Modern Romance”. Historia de RUNWAY REVISTA. Foto cortesía: Carolina Herrera.

El horizonte de Nueva York nunca deja de impresionar, pero desde el piso 48 del edificio Solow, donde se presentó la colección Otoño 2025-2026 de Carolina Herrera, la ciudad es impresionante. Abajo se extiende Central Park, cubierto de nieve, y su caos habitual se silencia a esta altitud. Era un escenario apropiado para una marca que siempre ha comercializado cierta elegancia intocable, una fantasía de la alta ciudad retocada con aerógrafo. Wes Gordon, al mando de Herrera, conoce bien este sueño. Pero también sabe que necesita podarse y replantarse para una nueva generación.

Y así, en medio de un jardín de 3,000 ranúnculos de color rojo cereza, un guiño a Being ThereEn la película de 1979 de Peter Sellers que marcó la infancia de Gordon, presentó una colección que equilibraba la herencia refinada de Herrera con una sensualidad fresca. “Mientras no se corten las raíces, todo está bien y todo estará bien”, dice Chance the Gardener en la película. Gordon tomó esa lección en serio y se ocupó de los códigos clásicos de la marca, pero los dejó crecer en direcciones inesperadas.

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Los estampados florales, un sello distintivo de Herrera, florecieron. Treparon como enredaderas por los vestidos de noche sin tirantes, aparecieron en estampados y jacquards y florecieron en oro como broches. ¿La versión más llamativa? Una singular flor de gran tamaño que se desplegó en la cintura de los elegantes pantalones negros que abrieron el desfile. “Es definitivamente lo más sexy y elegante que he hecho con Herrera”, comentó Gordon. Y no se equivocó.

La nitidez fue el hilo conductor: un traje de raya diplomática cortado a la altura del abdomen, faldas largas con forma de columna combinadas con tops tipo bandeau y la icónica camisa blanca abotonada de la casa reinventada, esta vez, de gran tamaño y con la longitud de una túnica, flotando sobre faldas de encaje. El mensaje fue claro: la tradición no se está abandonando, solo se está reestructurando.

No todos los experimentos dieron resultado. Algunos de los trajes cruzados con pantalones anchos no encajaban con el pulso juvenil de la colección. Un poco menos de agua les habría venido bien. Pero en general, la visión de Gordon era clara: Carolina Herrera sigue siendo un oasis de refinamiento, pero uno en el que el romance moderno puede crecer libremente.

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Publicado desde Nueva York, Bajo Manhattan, Estados Unidos.