Tecnología: invención de mujeres. La historia de las mujeres en la historia de la informática, desde sus roles pioneros en la programación temprana hasta su impacto en las principales innovaciones tecnológicas. Historia de Guillaumette Duplaix, editora de RUNWAY REVISTA.
Introducción
En los primeros tiempos de la informática, las primeras “computadoras” no eran máquinas, sino mujeres, conocidas como “calculadoras humanas”. A mediados del siglo XX, organizaciones como la NASA empleaban a estas mujeres para realizar cálculos complejos que determinaban las trayectorias de los misiles y las misiones espaciales. En 20, unas 1945 mujeres trabajaban en estas funciones, lo que representaba una era en la que el mundo de la informática era un “mundo de mujeres”.
Desde el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, la programación fue una ocupación predominantemente femenina. En la década de 19, las mujeres constituían la mitad de la fuerza laboral en la industria informática y, en la década de 1950, todavía representaban entre el 1960 y el 40% de la fuerza laboral en las empresas tecnológicas. Incluso en la década de 50, el 1980% de los títulos en ciencias de la computación fueron obtenidos por mujeres en Europa y Estados Unidos. Cabe destacar que en 40, la mitad de los estudiantes de ciencias de la computación eran mujeres.
A pesar de su papel crucial, muchas de estas mujeres siguen sin ser reconocidas en la historia más amplia del desarrollo de software. Fueron fundamentales para dar forma a la informática moderna, pero sus contribuciones a menudo se han pasado por alto. Este artículo destacará las historias de las programadoras que desempeñaron papeles fundamentales en el desarrollo de la industria tecnológica y ocuparon la mayoría de estos puestos críticos hasta la década de 1970.
Esta introducción prepara el terreno para explorar cómo las mujeres no fueron solo participantes, sino verdaderas pioneras en la historia de la tecnología. Profundicemos en las historias de estas extraordinarias mujeres que sentaron las bases de la informática moderna.
Mujeres que inventaron la tecnología
Ada Lovelace (1815-1852)
Icono feminista y pionera de la informática
Ada Lovelace es una figura destacada en la historia temprana de la informática, a menudo celebrada como la primera programadora de computadoras. Nacida en 1815 en Londres, era hija del famoso poeta Lord Byron y Annabella Milbanke, una mujer muy culta que animó a Ada a estudiar matemáticas, un camino poco común para las mujeres de esa época. El interés y el talento de Ada por las matemáticas la llevarían a convertirse en una de las contribuidoras más importantes en el campo de la informática mucho antes de que existiera el término. Falleció en 1852, dejando un legado que solo sería reconocido mucho después de su muerte.
La colaboración más famosa de Lovelace fue con Charles Babbage, matemático e inventor de la máquina analítica, considerada la precursora de la computadora moderna. En 1842, el matemático italiano Luigi Menabrea publicó un artículo titulado “Nociones sobre la máquina analítica de Charles Babbage”, en el que describía los aspectos teóricos y prácticos de esta máquina, un dispositivo mecánico capaz de realizar una serie de cálculos predeterminados.
Lovelace tradujo el artículo de Menabrea del francés al inglés y añadió extensas notas que superaban con creces el texto original. En estas notas, esbozó conceptos que permitían a la máquina actuar de forma autónoma y describió secuencias de instrucciones para realizar funciones matemáticas. Las ideas de Lovelace iban más allá de los cálculos numéricos; imaginó una máquina universal que pudiera manipular símbolos, letras y números, imaginando efectivamente una máquina programable capaz de ejecutar una amplia gama de tareas, mucho más allá de las capacidades imaginadas por sus contemporáneos.
Entre sus notas se encontraba lo que hoy se reconoce como el primer algoritmo diseñado para ser ejecutado por una máquina, lo que la convirtió en la primera programadora del mundo. En 1843, Lovelace formalizó lo que se considera el primer programa informático, detallando meticulosamente las instrucciones necesarias para que la máquina analítica realizara cálculos específicos. No solo describió estos pasos computacionales, sino que también especuló sobre las posibilidades más amplias de la computación universal, muy por delante de su tiempo.
Los primeros conceptos de Ada sobre el pensamiento algorítmico sentaron las bases de lo que con el tiempo se convertiría en la computadora moderna, y sus escritos marcan un hito importante en la historia de la informática. Un siglo antes de que se construyeran las primeras computadoras, ella conceptualizó la arquitectura de lo que hoy conocemos como la computadora universal. A pesar de su temprana muerte, su visión inspiraría a futuras generaciones de científicos informáticos, incluido Alan Turing, quien, en la década de 1930, desarrolló las bases teóricas de la computación universal.
Aunque en las décadas posteriores a su muerte quedaron en el olvido, las contribuciones de Ada Lovelace fueron ganando reconocimiento gradualmente. En 1979, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos bautizó un lenguaje de programación “Ada” en su honor, y una de las supercomputadoras del CNRS también lleva su nombre. El legado de Lovelace sirve como un poderoso recordatorio del papel a menudo pasado por alto de las mujeres en el desarrollo temprano de la tecnología, un legado que comenzó con el trabajo visionario de la primera programadora del mundo, Ada Lovelace.
Grace Hopper (1906-1992)
Inventor de COBOL y pionero de la programación moderna
Grace Hopper, pionera matemática y científica informática, es ampliamente reconocida por sus contribuciones monumentales al desarrollo de la programación informática. Nacida como Grace Brewster Murray, cursó sus estudios en la Universidad de Yale, donde obtuvo su maestría en 1930 y su doctorado en 1934 antes de enseñar matemáticas en el Vassar College de Nueva York. La mente brillante de Hopper y su incansable curiosidad la llevarían finalmente a revolucionar el mundo de la informática.
En 1943, Hopper se alistó en la Reserva de la Marina de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Su carrera en la Marina la llevó a la Universidad de Harvard, donde trabajó en el Harvard Mark I, uno de los primeros ordenadores, y se convirtió en su primera programadora. La habilidad de Hopper para resolver problemas salió a la luz en 1945, mientras trabajaba en el Mark II. Cuando el ordenador dejó de funcionar, descubrió que la causa era una polilla atrapada en uno de los relés. Meticulosamente, sacó el insecto y lo pegó en su cuaderno de bitácora, anotando: "Primer caso real de fallo detectado". Esta anécdota humorística popularizó el término "error informático", que ahora es parte fundamental del léxico tecnológico.
Sin embargo, el legado de Grace Hopper va mucho más allá de las anécdotas extravagantes. Fue una pionera en programación y a menudo se la conoce como “la reina del software”. Su logro más notable es la invención de COBOL (lenguaje común orientado a los negocios), un lenguaje de programación revolucionario desarrollado en 1959 que se convirtió en un estándar en la informática empresarial, militar y de negocios. COBOL fue diseñado para ser fácil de usar, utilizando una sintaxis similar al inglés, lo que hizo que la programación fuera más accesible para los no especialistas y ayudó a expandir el uso de las computadoras en varias industrias.
Las contribuciones de Hopper a la programación también incluyen el concepto de reutilización de código y el uso de subrutinas, que permitieron prácticas de codificación más eficientes y modulares. También se le atribuye la popularización del término “codificación” para describir el proceso de escribir instrucciones para computadoras. Estas innovaciones no solo dieron forma a la forma en que se escribía el software, sino que también sentaron las bases para los lenguajes y metodologías de programación modernos.
Después de una carrera ilustre, Hopper se retiró de la Marina en 1966, pero al año siguiente la llamaron para ayudar a estandarizar los lenguajes informáticos de la Marina. Cuando se retiró de nuevo en 1986, a la edad de 79 años, era la oficial en servicio activo de mayor edad de la Marina de los EE. UU. Sus décadas de servicio e innovación fueron reconocidas cuando se le otorgó la Medalla Nacional de Tecnología en 1991, solo un año antes de su muerte.
La influencia de Grace Hopper en la informática es innegable. Rompió barreras como mujer en un campo dominado por los hombres y su visión de hacer que la programación fuera más intuitiva transformó la industria. Desde los primeros días de la depuración hasta la creación de COBOL, su trabajo sigue resonando en el mundo tecnológico actual. El legado de Hopper como innovadora y educadora intrépida sigue vivo e inspira a las generaciones futuras a ampliar los límites de lo posible en la informática.
Hedy Lamarr (1914-2000)
Estrella de Hollywood de día, inventora genial de noche: la mujer que inventó el Wi-Fi
A Hedy Lamarr se la suele recordar como una de las estrellas más glamorosas de Hollywood, pero su legado se extiende mucho más allá de la pantalla grande. Nacida como Hedwig Kiesler en Austria, Lamarr huyó de su país natal en 1937 cuando las fuerzas nazis tomaron el control. Llegó a los Estados Unidos, donde rápidamente cautivó al público con su belleza y talento, convirtiéndose en un nombre familiar. Sin embargo, lejos de los focos, Lamarr tenía otra pasión menos conocida: la invención. De noche, era una brillante ingeniera autodidacta que co-creó una de las tecnologías más transformadoras de la comunicación moderna: el espectro ensanchado por salto de frecuencia, la base del Wi-Fi, el GPS y el Bluetooth.
La vida de Lamarr estuvo llena de contradicciones. Deslumbró al público con su encanto y elegancia, protagonizando más de treinta películas, pero también poseía un intelecto feroz y un afán por contribuir al esfuerzo bélico. Impulsada por un profundo sentido del patriotismo y el compromiso de derrotar a los nazis, Lamarr canalizó su creatividad para desarrollar soluciones que pudieran ayudar a las fuerzas aliadas. Trabajando con su amigo y colaborador, el compositor George Antheil, ideó una forma de proteger los torpedos guiados por radio de la interceptación enemiga, un problema crítico en ese momento.
La pareja se inspiró en una fuente sorprendente: las pianolas. Así como estos pianos utilizaban rodillos perforados para controlar las notas que se tocaban, Lamarr y Antheil concibieron un sistema de comunicación que cambiaría rápidamente las frecuencias de radio, de forma muy similar a las teclas de un piano, siguiendo un patrón sincronizado entre el transmisor y el receptor. Este concepto de salto de frecuencia difundía señales en múltiples frecuencias, lo que hacía casi imposible que las fuerzas enemigas interfirieran o interceptaran las comunicaciones.
La innovadora tecnología de Hedy Lamarr, patentada en 1941, sentó las bases de lo que hoy conocemos como tecnología de espectro expandido.
A pesar de la brillantez de su invento, Lamarr y Antheil se enfrentaron al escepticismo. La Marina de los Estados Unidos desestimó su trabajo por considerarlo poco práctico, pues no creía que una actriz glamurosa y un músico pudieran revolucionar la tecnología militar. Su invento fue archivado e ignorado, para ser redescubierto décadas después durante la Crisis de los Misiles de Cuba de 1962, cuando el ejército estadounidense comenzó a ver su valor. Finalmente, la Marina lo utilizó durante la Guerra de Vietnam, lo que marcó la primera vez que su tecnología revolucionaria se empleó en combate.
El invento de Lamarr se adelantó a su tiempo y, cuando fue ampliamente reconocido, su patente ya había expirado, lo que le impidió recibir beneficios económicos. En la década de 1980, cuando la tecnología se volvió fundamental para el desarrollo del wifi, el Bluetooth y las comunicaciones militares seguras, la contribución de Lamarr comenzó a ser más reconocida. Sin embargo, nunca recibió un centavo por su invento y le dijeron repetidamente que su trabajo no había sido utilizado, una mentira que solo descubrió en sus últimos años.
Más allá de su trabajo en telecomunicaciones, la mente inventiva de Lamarr nunca descansó. Esbozó muchos otros conceptos, entre ellos un collar fluorescente para perros, una tableta que podía crear bebidas carbonatadas y un sistema mejorado de semáforos. Aunque muchas de estas ideas no se desarrollaron comercialmente, ponen de relieve su creatividad ilimitada y su ingenio práctico.
La historia de Lamarr no es sólo una historia de innovación técnica, sino también de resistencia frente a los estereotipos que a menudo confinaban a las mujeres de su época. Fue una mujer que se negó a dejarse limitar por los roles que la sociedad esperaba que desempeñara. Incluso cuando aparecía en las portadas de las revistas y actuaba junto a los protagonistas masculinos de Hollywood, la verdadera pasión de Lamarr estaba en el taller, escribiendo ideas que cambiarían el mundo.
Hoy, Hedy Lamarr es celebrada con razón no sólo como estrella de cine, sino como inventora pionera que se atrevió a soñar más allá de su tiempo. En 1997, la Electronic Frontier Foundation la honró con un premio especial por sus contribuciones al campo de las comunicaciones, lo que le otorgó el reconocimiento que merecía demasiado tarde. Su vida es un poderoso testimonio de la idea de que el genio puede surgir de cualquier parte y que, a veces, las mentes más innovadoras se esconden a plena vista.
Joan Clarke (1917-1996)
El descifrador anónimo de “La bomba”
Joan Clarke, brillante matemática y criptoanalista, desempeñó un papel fundamental en el descifrado de los códigos de la máquina nazi Enigma durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque a Alan Turing se le suele atribuir el mérito de haber creado “La Bomba”, la máquina que descifró la Enigma, las contribuciones de Clarke fueron cruciales para su éxito. Nacida en Inglaterra en 1917, Clarke destacó en matemáticas en la Universidad de Cambridge, pero se le negó un título completo porque en ese momento no se otorgaban a las mujeres. Este revés no la disuadió de unirse a la Escuela de Códigos y Cifras del Gobierno Británico en Bletchley Park, donde se convirtió en una figura clave en el esfuerzo por descifrar las comunicaciones nazis.
En estrecha colaboración con Turing y el equipo criptográfico, Clarke ayudó a desarrollar “La Bomba”, un dispositivo electromecánico que probaba rápidamente los parámetros de la Enigma para descifrar los códigos nazis. Su experiencia en criptografía fue fundamental para perfeccionar los algoritmos de la máquina, lo que permitió a los Aliados interceptar y descifrar los mensajes enemigos, acortando en última instancia la guerra en dos años y salvando millones de vidas. A pesar del entorno dominado por los hombres y los desafíos a los que se enfrentó, el talento de Clarke fue reconocido cuando fue nombrada Miembro de la Orden del Imperio Británico (MBE) después de la guerra.
La notable historia de Clarke, eclipsada durante décadas, ganó un reconocimiento más amplio cuando fue interpretada por Keira Knightley en El Juego de imitaciónAunque su trabajo permaneció clasificado durante muchos años, el legado de Clarke perdura como testimonio del papel fundamental que desempeñaron las mujeres en la tecnología y la inteligencia. No fue solo una figura de apoyo a Turing, sino una formidable descifradora de códigos por derecho propio, cuyas contribuciones fueron fundamentales para cambiar el curso de la historia.
Katherine Johnson (1918 – 2020)
La computadora humana detrás del éxito de la carrera espacial de la NASA
Katherine Johnson, una brillante matemática y física, desempeñó un papel fundamental en el éxito de las primeras misiones espaciales de la NASA con sus precisos cálculos de mecánica orbital. Nacida el 26 de agosto de 1918 en Virginia Occidental, de padres afroamericanos, el excepcional talento de Johnson para las matemáticas se hizo evidente desde muy joven. A pesar de las barreras raciales y de género de su época, persiguió su pasión por las matemáticas y se unió a la predecesora de la NASA, la NACA, en 1953, donde formó parte de un equipo de mujeres afroamericanas conocidas como "computadoras humanas", que realizaban cálculos complejos manualmente para ingenieros.
Johnson se destacó rápidamente por su precisión y rigor intelectual, y finalmente se ganó un lugar en el Grupo de Trabajo Espacial de la NASA, convirtiéndose en una de las pocas mujeres negras que trabajaban junto a ingenieros predominantemente blancos. Sus cálculos fueron fundamentales en varias misiones críticas, incluida la histórica Friendship 7, en la que John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en orbitar la Tierra, y la misión Apollo 11, que llevó a los primeros humanos a la Luna.
En 1960, Johnson coescribió un informe de investigación con el ingeniero Ted Skopinski, en el que se detallaban las ecuaciones para las trayectorias de vuelo orbital, lo que marcó la primera vez que una mujer recibió el crédito como autora de un informe de investigación de la NASA. Su trabajo ganó más prominencia en 1961, cuando calculó la trayectoria para la misión Freedom 7 de Alan Shepard, el primer vuelo espacial tripulado estadounidense. En 1962, John Glenn solicitó específicamente que Johnson verificara manualmente los cálculos de la computadora para su misión Mercury-Atlas 6, lo que refleja la confianza y el respeto que se había ganado de sus colegas.
La experiencia de Johnson se extendió a la misión Apolo 11 en 1969, donde ayudó a refinar la trayectoria para el regreso del módulo lunar desde la Luna, garantizando un encuentro seguro con el módulo de mando. Sus contribuciones fueron vitales no solo para los programas Mercury y Apolo, sino también para las primeras misiones del transbordador, lo que demuestra su impacto duradero en la exploración espacial.
A lo largo de su carrera, Johnson recibió numerosos galardones, entre ellos la Medalla Presidencial de la Libertad en 2015 de manos del presidente Barack Obama, el premio Silver Snoopy de la NASA y la Medalla de Oro del Congreso. En 2016, la NASA bautizó en su honor el Centro de Investigación Computacional Katherine Johnson. En 2021, fue incluida póstumamente en el Salón Nacional de la Fama de las Mujeres, lo que solidificó su legado como pionera en ciencia y matemáticas.
La historia de Katherine Johnson llegó a un público más amplio cuando fue interpretada por Taraji P. Henson en la película de 2016 Hidden Figures, que destacó las valiosas contribuciones de ella y sus colegas a la carrera espacial. Los notables logros de Johnson rompieron barreras raciales y de género, demostrando que el talento, la perseverancia y la dedicación pueden superar incluso los obstáculos más formidables. Su legado como pionera en matemáticas y exploración espacial continúa inspirando a las generaciones futuras.
Jean Bartik y las chicas del ENIAC (1924 – 2011)
Los primeros programadores de la computadora moderna
En 1945, seis mujeres pioneras (Kay McNulty, Betty Jennings, Betty Snyder, Marlyn Meltzer, Fran Bilas y Ruth Lichterman, conocidas colectivamente como las “Seis de ENIAC”) fueron seleccionadas para trabajar en un proyecto de alto secreto durante la Segunda Guerra Mundial: programar una de las primeras computadoras electrónicas del mundo. digital Computadoras, la ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Computer). Estas mujeres estuvieron entre las primeras programadoras de computadoras de la historia y su trabajo sentó las bases de la informática moderna.
La ENIAC era una maravilla tecnológica de su tiempo: una máquina de 30 toneladas, 30 metros de altura y 30 metros cúbicos de espacio, alimentada por 18,000 tubos de vacío. Era entre 100 y 1,000 veces más rápida que las máquinas electromecánicas de la época, pero requería recableado manual para ejecutar cada nuevo programa, una tarea que los seis de la ENIAC llevaron a cabo con notable habilidad. Su trabajo no consistía solo en escribir los primeros programas, sino también en conectar físicamente los cables y configurar los interruptores de esta enorme máquina para resolver complejos cálculos balísticos para el ejército de los Estados Unidos.
Jean Bartik, junto con sus compañeros programadores, estuvo en el centro del proyecto ENIAC, identificando los pasos computacionales, mapeando algoritmos y programando físicamente la máquina, un proceso mucho más intrincado que la codificación moderna. A pesar de su papel fundamental, las seis de ENIAC fueron en gran medida olvidadas por la historia, eclipsadas por los ingenieros hombres que diseñaron el hardware. No fue hasta décadas después, en 2013, cuando un documental sacó a la luz sus contribuciones, que estas mujeres recibieron el reconocimiento que merecían.
Jean Bartik, en particular, siguió dando forma al futuro de la informática más allá del ENIAC. Después de su trabajo en el ENIAC, Bartik se convirtió en una figura clave en el desarrollo del UNIVAC, uno de los primeros ordenadores comerciales, y trabajó en estrecha colaboración con Grace Hopper, quien luego inventó el primer compilador. En 1997, Bartik fue distinguida con el premio Computer Pioneer Award, en reconocimiento a sus contribuciones pioneras a la informática.
Las seis mujeres de ENIAC fueron pioneras, pero trabajaron en una relativa oscuridad. Su legado sigue vivo en la esencia misma de la programación, una industria que ayudaron a crear con su trabajo en ENIAC. Desde la creación manual de los primeros programas informáticos hasta la preparación del terreno para futuros avances tecnológicos, estas mujeres demostraron que la programación era un campo en el que las mujeres no solo podían participar, sino también destacar. Su historia es un testimonio del papel a menudo pasado por alto, pero fundamental, que desempeñaron las mujeres en los primeros días de la informática, sentando las bases para la digital revolución que seguiría.
Alice Recoque (1929 – 2021)
Pionero en investigación en Inteligencia Artificial
Alice Recoque fue una visionaria científica informática cuyo trabajo desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la informática temprana y la inteligencia artificial en Francia. Graduada de la prestigiosa Escuela Superior de Física y Química Industrial de París (ESPCI), Recoque estuvo a la vanguardia de varias innovaciones tecnológicas revolucionarias a lo largo de su carrera, contribuyendo a la evolución de la informática desde las primeras máquinas de escritorio hasta el campo emergente de la IA.
La carrera de Recoque comenzó con su participación en el desarrollo del CAB 500, un ordenador de sobremesa conocido como Calculatrice Automatique Binaire, que incorporaba memoria de tambor y transistores, un avance significativo que hizo que la informática fuera más fácil de usar gracias a su teclado integrado. Su experiencia y liderazgo fueron reconocidos aún más en 1970, cuando dirigió el proyecto del MITRA 15, un miniordenador diseñado para la gestión industrial. El MITRA 15 encontró diversas aplicaciones, incluido su uso en el primer proyecto de Internet de Francia, Cyclades, para controlar robots, gestionar sistemas de seguridad en plantas nucleares y operar sistemas de misiles y navales.
Además de sus logros en ingeniería, Recoque era profundamente consciente de las implicaciones sociales de la tecnología. En 1978, participó en la reunión fundacional de la Comisión Nacional de Informática y Libertades (CNIL) de Francia, donde expresó su preocupación por el creciente poder de vigilancia de las empresas y los gobiernos y abogó por salvaguardas para proteger la privacidad individual.
En 1985, Recoque había cambiado su enfoque hacia la inteligencia artificial mientras trabajaba en Groupe Bull. Lideró la investigación en IA en colaboración con organizaciones de investigación públicas como Inria, contribuyendo al desarrollo de Prolog, un lenguaje de programación que ahora se usa ampliamente en IA, especialmente para el procesamiento del lenguaje natural. Su investigación con visión de futuro sentó las bases para futuras aplicaciones de IA, ampliando los límites de cómo las computadoras podían aprender, razonar e interactuar con los humanos.
El legado de Alice Recoque va más allá de sus innovaciones técnicas: fue una pionera que no solo hizo avanzar la tecnología informática, sino que también previó los desafíos éticos que podría plantear. Sus contribuciones a la IA y la informática siguen siendo influyentes, y su defensa de la tecnología responsable sigue resonando en los debates actuales sobre la privacidad y la seguridad. digital derechos. El trabajo de Recoque ejemplifica el profundo impacto que han tenido las mujeres en la configuración del campo de la tecnología y la inteligencia artificial.
Annie Easley (1933-2011)
Computadora humana y pionera en tecnología de vehículos híbridos
Annie Easley fue una pionera en informática, matemática e ingeniera, cuyos aportes abarcaron desde las primeras misiones espaciales hasta el desarrollo de tecnologías que allanaron el camino para los vehículos híbridos. Easley comenzó su carrera como una de las primeras científicas informáticas afroamericanas de la NASA y su trabajo ayudó a dar forma al futuro de la tecnología aeroespacial y energética.
Easley comenzó su trayectoria en el Comité Asesor Nacional de Aeronáutica (NACA), predecesor de la NASA, en la década de 1950. Comenzó como una "computadora humana", realizando cálculos complejos a mano, incluidas simulaciones para el reactor Plum Brook, un componente fundamental en las primeras investigaciones espaciales. A medida que la tecnología evolucionó, también lo hizo el papel de Easley; se adaptó rápidamente aprendiendo lenguajes de programación como Fortran y SOAP, y se convirtió en una de las primeras programadoras de la NASA.
Su experiencia en programación la llevó a ocupar un puesto de liderazgo como jefa del equipo de programadores de la etapa del cohete Centaur, donde desarrolló códigos críticos para sistemas de conversión de energía. El trabajo de Easley fue fundamental para diversos proyectos aeroespaciales y sus contribuciones se extendieron más allá de la exploración espacial. Desempeñó un papel clave en el desarrollo de software para tecnologías de baterías, influyendo directamente en la evolución de los sistemas de energía que luego se utilizarían en vehículos híbridos.
Las habilidades analíticas y de programación de Easley en el Centro de Investigación Lewis fueron fundamentales para el avance de los estudios de aeronáutica, informática y energía, cerrando la brecha entre la exploración espacial y las aplicaciones prácticas basadas en la Tierra. Su investigación y desarrollo de código contribuyeron a la eficiencia de los sistemas de almacenamiento y gestión de energía, lo que la convirtió en una pionera en el desarrollo de baterías para vehículos híbridos.
A lo largo de su carrera, Easley rompió barreras no solo como mujer en el campo de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, sino también como afroamericana en un campo predominantemente blanco y masculino. Su determinación por sobresalir, junto con su brillantez técnica, ayudaron a dar forma al desarrollo de tecnologías que siguen impactando en nuestro mundo actual. El legado de Annie Easley es un testimonio del poder de la perseverancia y del papel fundamental, a menudo no reconocido, que han desempeñado las mujeres en el avance de la tecnología y la ingeniería.
Stephanie Shirley (1933 – )
El emprendedor tecnológico pionero que reescribió las reglas
Stephanie Shirley, cuyo verdadero nombre era Vera Buchthal, es una pionera científica informática y empresaria británica que transformó la industria tecnológica con su enfoque innovador de los negocios y su compromiso de apoyar a las mujeres en la fuerza laboral. Nacida en 1933 de padre judío en Alemania, Shirley huyó de la persecución nazi a la edad de cinco años y encontró refugio en Inglaterra. Se convirtió en ciudadana británica a los 18 años, adoptando el nombre de Stephanie Brook, y más tarde hizo historia en el mundo de la informática con el nombre de "Steve Shirley", un seudónimo que adoptó para desenvolverse en la industria tecnológica dominada por los hombres.
El viaje de Shirley hacia la informática comenzó en la estación de investigación de la oficina de correos de Dollis Hill, donde desarrolló un interés por la informática y cursó una licenciatura en matemáticas mediante clases nocturnas. En 1962, con tan solo 6 libras de capital inicial, fundó Freelance Programmers, una empresa de software que dirigía desde su casa. La misión de la empresa era innovadora: ofrecer oportunidades laborales a programadoras con talento, muchas de las cuales no podían trabajar en entornos de oficina tradicionales debido a responsabilidades familiares.
Bajo el liderazgo de Shirley, Freelance Programmers creció rápidamente y su fuerza laboral estaba compuesta principalmente por mujeres. Shirley promovió horarios de trabajo flexibles y trabajo remoto (conceptos revolucionarios en ese momento) y creó un entorno propicio que permitió a sus empleados equilibrar sus carreras y su vida familiar. Sin embargo, en 1975, la Ley de Discriminación Sexual prohibió la contratación por motivos de género, lo que obligó a Shirley a ampliar sus prácticas de contratación para incluir a los hombres.
Freelance Programmers se convirtió en un gran éxito, llegando a emplear a más de 8,500 personas y contribuyendo a proyectos importantes, entre ellos la programación de la caja negra de la grabadora de vuelo del Concorde y el establecimiento de estándares de software y protocolos de control críticos. En la década de 1970, Shirley abandonó la gestión activa y se jubiló en 1991 después de vender su empresa, que más tarde cotizó en bolsa y se valoró en 3 millones de dólares.
A pesar de haber enfrentado prejuicios de género a lo largo de su carrera, el innovador modelo de negocios de Shirley estableció un nuevo estándar para la industria tecnológica. En 2014, el Science Council la reconoció como una de las “100 mejores científicas vivas” del Reino Unido. Hoy, su legado sigue vivo no solo a través del éxito de su empresa, ahora parte de Sopra Steria, sino también en su trabajo filantrópico, defendiendo a las mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y apoyando la investigación sobre el autismo.
La historia de Stephanie Shirley es un testimonio de resiliencia, innovación y el poder de desafiar el status quo. Al romper barreras y reescribir las reglas de los negocios, creó un espacio para las mujeres en el sector tecnológico y demostró que la flexibilidad y la inclusión no solo son posibles, sino también rentables. Su trayectoria, desde refugiada hasta célebre empresaria tecnológica, es una inspiración duradera para las generaciones futuras.
Margaret Hamilton (1936 – )
El ingeniero de software que llevó el Apolo a la Luna
Margaret Hamilton, matemática y pionera en el campo de la informática, desempeñó un papel fundamental en el éxito del programa Apolo de la NASA gracias a su trabajo pionero en el desarrollo de software. Nacida en 1936, Hamilton comenzó su carrera en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1960, donde desarrolló un software de predicción meteorológica y, más tarde, dirigió un equipo que creó programas de detección para aeronaves. Su experiencia y pasión por la programación la llevaron a la NASA, donde dejaría una huella indeleble en la exploración espacial.
En 1963, Hamilton se convirtió en la ingeniera de software principal del programa Apollo, responsable del desarrollo del software de vuelo a bordo para las misiones Apollo y Skylab. En una época en la que la ingeniería de software era un campo emergente con pocos métodos o protocolos establecidos, el enfoque innovador de Hamilton para el diseño de software y la gestión de proyectos ayudó a definir la disciplina. Ella acuñó el término "ingeniería de software" y defendió su importancia en los sistemas de misión crítica, un concepto que inicialmente fue recibido con escepticismo pero que con el tiempo ganó respeto y reconocimiento.
El software de Hamilton se puso a prueba durante la histórica misión Apolo 11 en 1969. A medida que el módulo lunar descendía hacia la Luna, comenzaron a sonar una serie de alarmas informáticas que indicaban que el ordenador de guía estaba sobrecargado de datos. Gracias a la meticulosa codificación de Hamilton y al diseño de una arquitectura de sistema basada en prioridades por parte de su equipo, el software gestionó correctamente la sobrecarga, lo que permitió que las tareas críticas de aterrizaje se llevaran a cabo sin interrupción. Esto evitó un posible aborto de la misión, lo que permitió que el módulo lunar aterrizara de forma segura en la Luna, un momento decisivo en la historia de la humanidad.
Las contribuciones de Hamilton no se limitaron al Apolo 11. Su previsión del software también fue fundamental para el éxito del Apolo 13 en 1970, donde su programación anticipada permitió que el módulo de comando se mantuviera operativo durante una crisis, ayudando a la tripulación a regresar a salvo a la Tierra. En una época en la que el software se consideraba a menudo secundario respecto del hardware, el trabajo de Hamilton demostró el papel fundamental del código fiable y resistente en los sistemas complejos.
Más allá de las misiones Apolo, Hamilton y sus colegas del MIT desarrollaron conceptos fundamentales en programación de software, incluidas estrategias de detección de errores y gestión de fallos que influyeron en los sistemas informáticos futuros. En 1986, creó el Lenguaje Universal de Sistemas (USL), diseñado para su uso en sistemas de software complejos, lo que consolidó aún más su legado como pionera en el campo.
Los logros de Hamilton fueron reconocidos por la NASA con el premio Exceptional Space Act Award en 2003, que celebra sus contribuciones a la ingeniería de software y la exploración espacial. El trabajo de Margaret Hamilton no solo ayudó a que los humanos aterrizaran en la Luna, sino que también estableció el campo de la ingeniería de software como una disciplina fundamental y respetada, demostrando que el software podía ser tan vital como los cohetes y las naves espaciales que controlaba. Su legado perdura como símbolo del ingenio, la perseverancia y el profundo impacto de las mujeres en la tecnología.
Roberta Williams (1953 – )
El creador revolucionario de juegos de aventuras gráficas
Roberta Williams es considerada una de las figuras más influyentes en la historia del diseño de videojuegos, pionera en el género de aventuras gráficas y transformadora de la forma en que los jugadores interactúan con los mundos virtuales. Nacida en 1953 en Estados Unidos, Williams comenzó su carrera en el diseño de juegos casi por casualidad. A finales de los años 1970, mientras estaba embarazada de su primer hijo, su marido Ken Williams, un programador informático, le presentó el juego basado en texto. Colosal Cave AdventureAunque al principio Roberta quedó cautivada, rápidamente se aburrió del formato puramente textual y imaginó algo más atractivo: un videojuego que fusionaría la narración con elementos visuales para crear una experiencia inmersiva.
Inspirada en reinventar el juego de aventuras, Roberta Williams conceptualizó Casa misteriosa (1980), el primer juego de aventuras gráficas de la historia. Mientras Ken programaba el juego, Roberta diseñó la historia, los acertijos y los innovadores elementos gráficos, inspirándose en las novelas de Agatha Christie y el clásico juego de mesa Clue. Casa misteriosa Colocaba a los jugadores en una mansión llena de personajes que iban muriendo poco a poco, desafiándolos a resolver el misterio antes de convertirse en la próxima víctima. Este juego fue revolucionario; sacó a los juegos de aventuras del ámbito del texto, haciéndolos accesibles y emocionantes para un público más amplio.
Roberta y Ken cofundaron On-Line Systems, más tarde conocida como Sierra On-Line, en 1980, que se convirtió en una de las empresas más innovadoras de la industria del juego. Su trabajo en colaboración dio lugar a numerosos títulos innovadores, entre ellos Búsqueda del Rey (1984), que permitía a los jugadores ver a sus personajes moverse dentro de un mundo virtual, otra primicia en la historia de los videojuegos. Con gráficos de computadora mejorados, Búsqueda del Rey Ofreció una experiencia rica e interactiva que estableció un nuevo estándar para el diseño de juegos.
Roberta continuó ampliando los límites de la narración interactiva. En 1995, lanzó Fantasmagoría, un juego de aventuras de terror que presentaba actores reales filmados en pantallas azules e integrados en entornos 3D. La violencia gráfica del juego y su narrativa envolvente marcaron una nueva era en el realismo de los videojuegos, convirtiéndolo en uno de los juegos más controvertidos y más vendidos de su época.
A lo largo de sus 18 años de carrera, Roberta Williams creó o contribuyó a más de veinte juegos, incluidos títulos icónicos como El mago y la princesa, Búsqueda del Rey serie, Zona Horaria, El Caldero Negroy Cristal OscuroSu combinación única de narrativa, diseño y uso innovador de la tecnología cambió el panorama del desarrollo de videojuegos, convirtiéndolos en ricas experiencias narrativas que cautivaron a millones de jugadores en todo el mundo.
El trabajo de Williams marcó un punto de inflexión en el diseño de juegos de aventuras, convirtiéndola no solo en una pionera en el mundo de los videojuegos, sino también en una pionera que abrió nuevas posibilidades para la narración interactiva. Su visión ayudó a elevar los videojuegos de simples pasatiempos a formas de arte complejas y atractivas, inspirando a innumerables diseñadores y sentando las bases para la industria de los juegos modernos. El legado de Roberta Williams como madre de los juegos de aventuras gráficas sigue siendo un testimonio del poder de la creatividad, la innovación y el impacto duradero de las mujeres en la tecnología.
¿Dónde están las mujeres hoy?
La historia de la informática no es una historia exclusivamente masculina: las mujeres fueron pioneras que dieron forma al mundo tecnológico. A partir de los años 1950, las mujeres desempeñaron papeles cruciales, impulsando la innovación en un campo que entonces tenía poco prestigio y salarios bajos. Durante casi cuatro décadas, lideraron el camino, pero a medida que la informática ganó estatus, su presencia disminuyó. En tan solo 20 años, la representación de las mujeres en la tecnología se redujo a la mitad, lo que revela un patrón: a medida que los campos ganan importancia social, a menudo pasan a estar dominados por los hombres. Este reciente declive subraya la necesidad urgente de recuperar el espacio que alguna vez dominaron las mujeres y celebrar sus contribuciones cruciales.
Hoy, al reflexionar sobre estas mujeres extraordinarias, sus historias nos recuerdan que la innovación no entiende de género. Sus legados inspiran a una nueva generación a romper barreras y redefinir el panorama tecnológico. El desafío que tenemos por delante no es solo cerrar la brecha de género, sino reconocer y valorar el inmenso impacto que han tenido las mujeres (y seguirán teniendo) en la configuración del futuro de la tecnología. La historia de la tecnología está incompleta sin ellas, y es hora de honrar su lugar en la historia.