Coach Primavera Verano 2026 “Nueva York como objeto encontrado”. Historia de Eleonora de Gray, editora jefe de RUNWAY REVISTA. Foto cortesía: Entrenador.
La colección Primavera-Verano 2026 de Coach se presentó ayer en Nueva York con una claridad y sobriedad que redujo la moda a lo esencial. El desfile se centró menos en el espectáculo y más en la destilación: siluetas llevadas a su estado más puro, cortes de piel con precisión elemental y detalles históricos referenciados sin sentimentalismo. En manos de Stuart Vevers, la colección se convirtió en una reflexión sobre la renovación: la moda vista, como él mismo la expresó, "a la luz más clara y brillante de la mañana".
Esta temporada, pensé en un delicado equilibrio entre pulido y brillo con determinación, una combinación que considero muy neoyorquina. Y con determinación, me refiero a resiliencia y a la belleza de cómo la ciudad cobra vida cada mañana. El glamour del acero y el vidrio, embellecido por la luz del sol, la pátina del tiempo y el brillo de la vida en nuestra ciudad compartida.
Daniel Salemi
La silueta: hecha a medida y luego liberada
La forma de la colección surgió de la disciplina. Chaquetas y tops lucieron una sastrería impecable, hombros definidos y una disciplina ajustada que recordaba el pragmatismo de las raíces de la ropa de trabajo neoyorquina. A partir de ahí, las prendas se alargaron, desprendiéndose en faldas y vestidos que se deslizaban con un movimiento fluido y etéreo, sugiriendo una liberación de la estructura hacia la posibilidad. Era una dualidad que reflejaba la propia ciudad: líneas firmes y precisión en la parte superior, historias desenfrenadas que se desvelaban a pie de calle.



Bolsos y herencia, sin nostalgia
Los accesorios transmitían la misma filosofía. Los bolsos aparecieron con formas geométricas innovadoras, diseñados para resaltar la integridad de sus materiales naturales. Se reintrodujeron los herrajes Kisslock, un sello distintivo de Coach, no como un toque retro, sino como un sutil guiño a la continuidad. Se trataba de una herencia aligerada, reconociendo el pasado sin quedar atrapado en él. El efecto era a la vez honesto y optimista, un recordatorio de que el legado puede servir de base en lugar de como un lastre.
Nueva York como objeto encontrado
La inspiración surgió de la poesía neoyorquina olvidada: un naipe en una cuneta, una pegatina desgastada por el tiempo en una farola, lentejuelas esparcidas en las grietas del pavimento. Vevers tradujo estos descubrimientos fortuitos al lenguaje de la moda, enfatizando la belleza de lo vivido y lo desechado. Asientos de metro pulidos por décadas de desconocidos, cajas en las escalinatas que ofrecían una segunda vida a libros y juguetes: todo se replanteaba como emblemas de la memoria urbana compartida. No se trataba de nostalgia por una ciudad perdida, sino de reverencia por la que aún se está escribiendo.
Me inspiré en los objetos encontrados que Nueva York tan bien nos ofrece: una carta de juego o una lentejuela en una cuneta, una pegatina al azar en una farola; recuerdos peculiares de las historias que se desarrollan aquí en la ciudad. La promesa intangible que transmiten sobre lo que puede y ha sucedido se refleja en nuestra silueta, que empieza muy ajustada y entallada en la parte superior y se extiende hasta convertirse en algo largo, fluido y etéreo.
Esta idea de que las cosas usadas y habitadas son valiosas viene de Nueva York. Pensé en los asientos del metro que crean un nuevo lugar para cada pasajero, pero que han sufrido décadas de desgaste, y en los paisajes urbanos que todos compartimos. O en redescubrir tesoros abandonados en las escaleras de diferentes barrios: muchos de los libros de mi mesita de noche o los juguetes más preciados de mis hijos estaban guardados en cajas en las escaleras, listos para su siguiente capítulo.
Todos compartimos la imagen de una postal de recuerdo de una ciudad estadounidense que nos invitó a estar aquí. Todos aquí compartimos ese sueño de Nueva York, y Coach es su herencia compartida. Veo bolsos Coach vintage con una pátina perfecta en mi mercadillo local del Upper West Side, pero también los veo en la tienda de antigüedades más exclusiva de la campiña de Connecticut o en tiendas vintage de Nuevo México. Coach está por todo Estados Unidos, lista para contar la historia de alguien y empezar de cero. Coach está ahí para ser el comienzo de algo nuevo.
Estuardo Vevers
Una herencia compartida en todo Estados Unidos
El desfile concluyó con una reflexión más amplia: Coach no como una marca ligada únicamente a Nueva York, sino como un símbolo nacional de la memoria estadounidense. Los bolsos vintage de Coach aparecen en los mercadillos del Upper West Side con la misma facilidad que en las tiendas de antigüedades de Connecticut o de Nuevo México. Son recuerdos patinados de una historia personal, listos para ser adquiridos por un nuevo dueño y comenzar de nuevo. De esta manera, Coach se posiciona no solo como una casa de lujo, sino como un testimonio cultural, integrado en la esencia de la vida estadounidense, en constante circulación y renovación.
Conclusión
La temporada Primavera-Verano 2026 marcó un momento de edición y redescubrimiento. Coach ha optado por la claridad sobre el exceso, por la herencia sin pesadez y por una inspiración extraída no de los grandes monumentos, sino de las aceras y las escaleras de la ciudad. Es una moda redefinida como memoria vivida, como optimismo y como continuidad. En la visión de Vevers, Coach no es solo una marca de bolsos y ropa, sino un vehículo para historias, listo para albergar lo que viene después.
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