Prada Primavera Verano 2026 “Elegancia fuera de lo común”. Historia de RUNWAY REVISTA. Foto cortesía: Prada.
En un mundo cada vez más definido por el ruido (de ciclos de noticias, feeds sociales y calendarios de moda hiperestimulados),Prada Eligieron el silencio. No un silencio literal, por supuesto: entre bastidores se encontraba su habitual orquestación de clics de cámara y bullicio. Pero entre los muros de hormigón de la Fundación, Miuccia Prada y Raf Simons ofrecieron una forma más deliberada de silencio: una elegante rebelión contra la sobrecarga. Su colección Primavera/Verano 2026 no se trataba de retirarse. Se trataba de resistir, con gracia.
Vivimos en un momento donde todo se siente extremadamente duro, y no se debe solo a la geopolítica o al malestar social, sino a la velocidad agresiva con la que el gusto mismo se mercantiliza y se digiere. ¿La respuesta de Prada? Un rechazo a la claridad, un desmantelamiento de la estructura y una silenciosa negativa al conformismo, ejecutada, como siempre, con precisión.
Uniformes, deshechos
La colección se inauguró con uniformes militares, pero sin su rigidez habitual. Las camisas y los pantalones de oficial no aparecieron como declaraciones de poder, sino como lienzos neutros: espacios en blanco interrumpidos por pendientes de cristal, guantes de opera y bolsos de señoraNo se trataba de yuxtaposiciones irónicas. Eran señales de reapropiación. Simons, haciendo referencia a la carrera de su padre como vigilante nocturno, infundió en la colección asociaciones personales. Lo que para algunos puede sugerir orden y conformidad, para otros sugiere resistencia y serena dignidad.
Faldas que flotan, sujetadores que no
Las faldas, posiblemente el terreno favorito de Prada, fueron el medio más expresivo de la colección. Había parches con volantes hasta la rodilla, asimétricamente fruncidos y deshilachados, que daban la impresión de movimiento incluso estando inmóviles. Otros eran suspendido de correas delgadas, revelando pantalones cortos de cintura alta y abdomen al descubierto bajo tops finísimos, tipo sostén, que no intentaban contenerla. El soporte era irrelevante.La sugerencia reemplazó la estructura.
No se trataba de sensualidad en el sentido tradicional. Se trataba de presencia. Los sujetadores no se ceñían, flotaban. Enmarcaban el cuerpo en lugar de esculpirlo. Y esta distancia —de la ropa, de las expectativas— era el núcleo de la propuesta de Prada.



Esculpiendo lo antiescultural
Simons y Prada lo dejaron claro: son Alejándose de la moda escultórica—es decir, de la moda que se impone al cuerpo. Sus vestidos dirndl, enjoyados y modestos a primera vista, no eran nostálgicos; eran intelectualmente travieso, recordando las primeras provocaciones de Prada, cuando revolucionó los códigos de vestimenta burgueses.
Incluso donde aparecía volumen —tafetán abullonado, mangas exageradas, formas abullonadas— nunca resultaba pesado. El volumen era un gesto, no una orden.
El retraso de Prada
La ironía de esta temporada es que Todo el mundo parece estar haciendo referencia a Prada.—y, sin embargo, Prada ya está en otro lugar. Puede que los algoritmos se estén poniendo al día, pero Miuccia Prada y Raf Simons permanecen impasibles. Su lenguaje creativo no se basa en la tendencia, sino en la tensión: entre la forma y la soltura, entre la severidad y la fragilidad.
Su libertad reside en su negativa a dar explicaciones. Y quizás por eso, por muy concurrida que se vuelva la conversación sobre moda, Prada siempre se siente varios pasos por delante.Una marca que nunca grita, pero siempre habla más fuerte.
Donde el runway comienza con la historia y termina en la innovación.
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